Las pinturas murales de la sala capitular de Sijena son una obra maestra del arte del 1200 y a su vez un ejemplo único y primordial del arte medieval hispánico, para algunos, el equivalente a la Capilla Sixtina del románico español.
Sijena era un monasterio femenino, estrechamente vinculado a la corte catalanoaragonesa, fundado el 1188 por la reina Sancha de Castilla, mujer de Alfonso el Casto. El monasterio aragonés fue incendiado el año 1936, durante la Guerra Civil.
El mismo año del incendio, y para salvaguardarlas, las pinturas fueron arrancadas por un equipo de especialistas enviado desde Barcelona, que se ocupó también de su traspaso y posterior restauración. El 1940 ingresaron en el MNAC, el Museu Nacional d’Art de Cataluna.

La iconografía alterna escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. En el primer arco, las escenas de la Creación de Adán y Eva, desaparecidas por el incendio; en el otro lado, Dios muestra el Paraíso a Adán y Eva, y el Pecado Original.
En el segundo arco la Expulsión del Paraíso, y el Ángel que enseña a Adán a trabajar la tierra; en el otro lado, la Condena al trabajo y las Ofrendas de Caín y Abel.
En el tercer arco, la Muerte de Abel en manos de Caín y Noé construye el arca; en el otro lado, la entrada de los animales en el arca y el regreso de la paloma después del Diluvio, según el MNAC, el museo que las ha conservado y exhibido durante ocho décadas.
En el cuarto arco, este ciclo cierra con la Embriaguez de Noé y sigue con el Sacrificio de Isaac; en el otro lado el Ejército del faraón anegado en el mar Rojo y Moisés y Aarón muestran al pueblo judío la columna de fuego.
En el quinto arco, Moisés recibe las tablas de la Ley y la Adoración del becerro de oro; en el otro lado Moisés hace brotar agua de la roca en el desierto y la Unción de David por Samuel.
En los muros de la sala se desplegaba un ciclo sobre la vida de Cristo, del cual solo se han conservado parcialmente las escenas del lado sur, con las representaciones de la Flagelación, la Crucifixión y la Visita de las Marías al Sepulcro, que simboliza la Resurrección de Cristo. El ciclo empezaba en el muro norte, con escenas de la Natividad, tal y como se puede observar en una fotografía hecha antes del incendio de 1936.